María Cortorreal meses
antes de que su hijo naciera decidió que Ramón Pizarro, amigo de su marido,
fuese el padrino del niño.
Días antes de que el niño naciera, María fue hacia la
pequeña biblioteca que se encontraba en el fondo de la sala para coger un libro
donde aparecía una larga lista de nombres y apodos comunes y eligió para su
hijo el nombre de Julio.
Julio nació pesando casi siete kilos de peso, con la cabeza
cuadrada y grande, la piel deshidratada y los labios morados a causa de las vueltas
alrededor del cordón umbilical. María lo pasó tan mal en el parto que decidió
que no tendría más hijos.
Durante las cuatro primeras noches después de casarse, María
evitaba la tentación de su muy sexual marido, ya que ella pensaba que el coito
solo había que practicarlo para la preservación de la especie y no por placer. A
la quinta noche, viendo que las prácticas sexuales le estaban gustando más de
lo que supuso y, tras sentirse sucia, acabó poniéndose de rodillas rogando a
dios que la perdonara por sentir placer. A raíz de esa situación, decidió que
cada vez que hicieran el amor contaría los números al revés para no dejarse
llevar por la situación.
Historia narrada de forma algo desordenada que nos cuenta la
historia de los padres de Julio desde poco antes de que se conocieran hasta la
muerte del padre (no es spoiler), y la posterior salida delante de la madre del
protagonista después de esta tragedia. El drama de una mujer que escucha a su
marido hablar en sueños cada noche y el cómo no se sorprende por nada de lo que
ocurre después de esto.
Nota: 6
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